El sueño de la razon produce monstruos comentario

Los disparates

El pintor y artista gráfico español Francisco José de Goya (1746-1828) es indiscutiblemente uno de los artistas más importantes del cambio del siglo XVIII al XIX. Sus obras sentaron nuevas bases para todo el mundo artístico europeo posterior y aún hoy fascinan al público del arte. Durante su estancia en la corte española a partir de 1786, Goya realizó varios retratos de nobles por encargo. Sin embargo, en su serie de aguafuertes, los llamados “Caprichos”, muestra arquetipos que pueden relacionarse con toda la sociedad. Pero tanto esas figuras como las situaciones representadas son sólo “normales” a primera vista. Con sus motivos satíricos, Goya rasca la superficie del hombre y muestra sus vicios ocultos.

Este ensayo se centra en el más importante de los Caprichos, la lámina 43, y su declaración programática “El sueño de la razón produce monstruos”. El ensayo va a discutir la forma en que la declaración se ilustra en el ciclo, su estructura y dentro de las imágenes individuales.

El 6 de febrero de 1799, Goya promociona sus Caprichos en un periódico[1]. En este anuncio formula su objetivo de que el ciclo sea, como escribe Fred Licht, “didáctico y moralizante”[2]. Goya se propone ilustrar “las innumerables debilidades y locuras que se encuentran en cualquier sociedad civilizada”[3], para mostrar “los prejuicios comunes y las prácticas engañosas que la costumbre, la ignorancia o el interés propio han hecho habituales”[4], y que en su opinión son las más aplicables tanto para la sátira como para el estímulo de su propia imaginación artística. Como los Caprichos no eran obras de encargo, Goya tenía vía libre en cuanto a la técnica y el tema[5].

La tauromaq…

The Sleep of Reason Produces Monsters (Australia), 2008Yinka Shonibarexpand_másImpresión en C montada sobre aluminioexpand_másThe C. Curtis Dunnavan Fund for Contemporary Artexpand_más 2008.79Not on Viewexpand_másEn The Sleep of Reason Produces Monsters (Australia) de Yinka Shonibare, un hombre yace con la cabeza sobre un escritorio. Detrás del hombre dormido, surgen de un fondo ambiguo búhos, murciélagos y un lince, posiblemente producto de sus sueños. Esta gran fotografía se basa en el grabado de Francisco Goya El sueño de la razón produce monstruos, de su serie “Los Caprichos” (1797-1799), una crítica velada a los vicios políticos y sociales de España. Shonibare ha sustituido las ropas de la figura de Goya por coloridos batiks, aunque conservan un estilo europeo de principios del siglo XIX.

La historia de este tejido, que se ha convertido en el motivo característico de Shonibare, está interconectada con el significado de esta obra. Basadas en diseños de batiks indonesios producidos en fábricas holandesas y británicas de finales del siglo XIX, estas telas se hicieron enormemente populares en los mercados de África Occidental y han quedado inextricablemente ligadas a la identidad africana. Pero en realidad”, dice Shonibare, “las telas no son auténticamente africanas como la gente piensa. Resultan tener un trasfondo cultural mestizo bastante propio”. La múltiple identidad étnica del tejido batik se hace eco de la propia identidad dual de Shonibare como nigeriano y británico. Al vestir a la figura de su fotografía con estas ropas, Shonibare ha adoptado el poderoso comentario de Goya y lo ha aplicado a cuestiones contemporáneas de identidad cultural, raza y el impacto duradero de la colonización del siglo XVIII.

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Parte del malestar que rodea a nuestro mundo contemporáneo es la tendencia a considerar la política constitucional, tomando prestada la metáfora de Goethe, como una arquitectura en lugar de una música; como algo fijo e inmutable en lugar de un fenómeno dinámico que requiere la afirmación y reafirmación continuas de los valores clave y los términos de compromiso de nuestra interacción mutua entre nosotros y con la autoridad. A riesgo de afirmar lo obvio, debemos recordar constantemente que la política, incluida la política constitucional, es dinámica, y como tal no podemos ser complacientes con los valores que han cristalizado en la era de la posguerra. Esto no significa necesariamente, como dicen los agonistas, que la política sea siempre una lucha política intensa; pero, como mínimo, nos recuerda que la política, incluida la política constitucional, consiste en articular, justificar y defender nuestros valores constitucionales de forma continua.

Para ello, y basándonos en la experiencia reciente, vale la pena elaborar una serie de puntos clave que podemos poner en práctica para emprender más eficazmente esta empresa de sofocar la amenaza a nuestros valores constitucionales en los últimos tiempos. El principio clave de estos puntos es la razón, no sólo nuestra razón, o la razón abstracta, sino, lo que es más importante, apelar a la razón de aquellos que se ven seducidos por el canto de sirena del nacionalismo autoritario.

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Los Caprichos es una serie de 80 grabados publicados en 1799 en los que Goya critica los abusos políticos, sociales y religiosos de la época. En esta serie de grabados, Goya utilizó en gran medida la popular técnica de la caricatura, que enriqueció con innovaciones artísticas. El uso por parte de Goya de la recién desarrollada técnica del aguatinta (es decir, un método para grabar una plancha de impresión de manera que se puedan reproducir tonos similares a las aguadas de la acuarela[4]) dio a Los Caprichos efectos tonales pronunciados y un contraste animado que los convirtió en un logro importante en la historia del grabado.

De las 80 aguatintas, la número 43, “El sueño de la razón produce monstruos”, puede considerarse como el manifiesto personal de Goya; muchos observadores creen que Goya pretendía representarse a sí mismo dormido entre sus útiles de dibujo, con la razón embotada por el sueño, acosado por criaturas que merodean en la oscuridad. Las criaturas que aparecen en esta obra se asocian a menudo en la tradición popular española con el misterio y el mal; los búhos que rodean a Goya pueden ser símbolos de la locura, y los murciélagos que pululan pueden simbolizar la ignorancia. El título de la estampa, tal y como se indica en el anverso del escritorio, suele leerse como una proclamación de la adhesión de Goya a los valores de la Ilustración: sin la razón, el mal y la corrupción prevalecen[5] Goya también incluyó un pie de foto para esta estampa que puede sugerir una interpretación ligeramente diferente: “La imaginación abandonada por la razón produce monstruos imposibles; unida a ella, es la madre de las artes y fuente de sus maravillas”. Esto implica que Goya creía que nunca se debía renunciar completamente a la imaginación en favor de lo estrictamente racional, ya que la imaginación (en combinación con la razón) es lo que produce las obras de innovación artística[2].