Que es el alma filosofia

georg wilhelm friedrich…

Los filósofos griegos, como Sócrates, Platón y Aristóteles, entendían que el alma (ψυχή psykhḗ) debía tener una facultad lógica, cuyo ejercicio era la más divina de las acciones humanas. En su juicio de defensa, Sócrates llegó a resumir sus enseñanzas como nada más que una exhortación a sus compatriotas atenienses a sobresalir en asuntos de la psique, ya que todos los bienes corporales dependen de dicha excelencia (Apología 30a-b).

En el judaísmo y en algunas confesiones cristianas, sólo los seres humanos tienen almas inmortales (aunque la inmortalidad se discute dentro del judaísmo y el concepto de inmortalidad puede haber sido influenciado por Platón)[3] Por ejemplo, el teólogo católico Tomás de Aquino atribuyó “alma” (anima) a todos los organismos, pero sostuvo que sólo las almas humanas son inmortales. [4] Otras religiones (sobre todo el hinduismo y el jainismo) sostienen que todos los seres vivos, desde la bacteria más pequeña hasta el mayor de los mamíferos, son las propias almas (Atman, jiva) y tienen su representante físico (el cuerpo) en el mundo. El ser real es el alma, mientras que el cuerpo es sólo un mecanismo para experimentar el karma de esa vida. Así, si uno ve un tigre, entonces hay una identidad autoconsciente que reside en él (el alma), y un representante físico (el cuerpo completo del tigre, que es observable) en el mundo. Algunos enseñan que incluso las entidades no biológicas (como los ríos y las montañas) poseen alma. Esta creencia se denomina animismo[5].

platón

Los filósofos griegos, como Sócrates, Platón y Aristóteles, entendían que el alma (ψυχή psykhḗ) debía tener una facultad lógica, cuyo ejercicio era la más divina de las acciones humanas. En su juicio de defensa, Sócrates llegó a resumir sus enseñanzas como nada más que una exhortación a sus compatriotas atenienses a sobresalir en asuntos de la psique, ya que todos los bienes corporales dependen de dicha excelencia (Apología 30a-b).

En el judaísmo y en algunas confesiones cristianas, sólo los seres humanos tienen almas inmortales (aunque la inmortalidad se discute dentro del judaísmo y el concepto de inmortalidad puede haber sido influenciado por Platón)[3] Por ejemplo, el teólogo católico Tomás de Aquino atribuyó “alma” (anima) a todos los organismos, pero sostuvo que sólo las almas humanas son inmortales. [4] Otras religiones (sobre todo el hinduismo y el jainismo) sostienen que todos los seres vivos, desde la bacteria más pequeña hasta el mayor de los mamíferos, son las propias almas (Atman, jiva) y tienen su representante físico (el cuerpo) en el mundo. El ser real es el alma, mientras que el cuerpo es sólo un mecanismo para experimentar el karma de esa vida. Así, si uno ve un tigre, entonces hay una identidad autoconsciente que reside en él (el alma), y un representante físico (el cuerpo completo del tigre, que es observable) en el mundo. Algunos enseñan que incluso las entidades no biológicas (como los ríos y las montañas) poseen alma. Esta creencia se denomina animismo[5].

¿qué es el conocimiento en filoso…

“El paso de la física del cerebro a los hechos correspondientes de la conciencia es impensable. Concedido que un pensamiento definido, y una acción molecular definida en el cerebro, ocurren simultáneamente, no poseemos el órgano intelectual, ni aparentemente ningún rudimento del órgano, que nos permita pasar por un proceso de razonamiento de un fenómeno al otro.” John Tyndall, 1868

La naturaleza del alma humana ha sido objeto de creencias religiosas e investigaciones científicas durante milenios. Nos parece que las respuestas definitivas deberían estar al alcance de la mano, ya que cada uno de nosotros parece tener percepciones experienciales relevantes. Pero la certeza sigue siendo esquiva. La propuesta de que el alma no existe, de que lo que se llama alma no es más que un fenómeno neurológico, un truco que el cerebro juega a su dueño, es totalmente plausible. Pero también lo es la proposición contraria, la de que el alma es una esencia inmaterial que anima de algún modo a los seres humanos.

Sin embargo, hay que empezar por aclarar el término. La palabra “alma” puede referirse a varias cosas. Muchos de nosotros pensamos intuitivamente que la voz dentro de nuestra cabeza es nuestra alma – una definición que es consistente con una perspectiva materialista. Es decir, si el alma no es más que un fenómeno neurológico, una mera actividad del cerebro, entonces la definición de la voz dentro de la cabeza, quizá ampliada para incluir los impulsos y las sensaciones que se aglutinan en torno a la voz, funcionaría. La conciencia, en ese caso, equivale al alma. Lo que es otra forma de decir que el alma es para el cerebro lo que la digestión es para el estómago. Es lo que hace el cerebro.

el alma es lo que anima el cuerpo; es lo que nos hace humanos

1 Es importante señalar que el alma no es simplemente la mente. Aunque los creyentes en el alma pueden equiparar las almas con las mentes, se puede creer en las mentes sin creer en las almas. Por ejemplo, uno puede creer que la actividad mental ocurre dentro de la mente, e incluso pensar en la mente como algo distinto del cerebro, pero también mantener que toda la actividad mental depende de la actividad cerebral. Sin embargo, la creencia en el alma, tal y como se concibe clásicamente, requiere que uno crea que lo que alberga la actividad mental es separable del cerebro, que puede continuar sin el cerebro. A diferencia de la creencia en las almas, la creencia en la existencia de las mentes sigue siendo la norma en la mayoría de los círculos académicos.

2 De hecho, se podría argumentar que la teoría del recuerdo simplemente supone la existencia de las almas; no la establece. De todos modos, como señalan los interlocutores de Sócrates en el Fedón (77d-80c, 85D-86D, 91E-92C, 94D-94E), este argumento no demuestra que el alma sea inmortal, sino sólo que preexiste al cuerpo. En el Meno (81b-E, 85B-86B) Sócrates sugiere que, si el alma preexiste al cuerpo, es razonable suponer que también existe después de la muerte. Sócrates presenta otros argumentos a favor de la existencia e inmortalidad del alma, pero también fracasan por razones similares. Véase Alcibíades I, 129B-130C y República 352D-354A.