El cerebro y las emociones

emociones y mente

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En un laboratorio de Berkeley (California), un hombre de pelo gris se sienta frente a una pantalla de televisión. Le pasan una serie de películas: una comedia de Charlie Chaplin, una grabación de una operación abdominal, un niño llorando*.

Mientras tanto, en la habitación de enfrente, también vemos una pantalla de televisión. En ella, sin embargo, aparece el rostro del hombre de al lado, mostrando cada una de sus reacciones a las películas. Sorprendentemente, todas sus reacciones son las mismas. Responde a cada una de ellas con una risa desenfadada. Una escena de amor, una comedia o una escena de asesinato son igualmente divertidas. Después de cada una de ellas, afirma con seguridad que se siente de maravilla. El señor tiene una demencia frontotemporal variante del comportamiento. Sus emociones ya no varían adecuadamente con el mundo que le rodea.

cerebro de la amígdala

El aprendizaje se produce cuando un individuo tiene un cambio relativamente permanente en su comportamiento, cognición, función cerebral, habilidades o conocimientos como resultado de las experiencias. En las dos últimas décadas, los avances de la neurociencia han revolucionado nuestra forma de pensar sobre la conexión entre el aprendizaje, las emociones y el cerebro. Ahora tenemos amplias pruebas de que las emociones y el aprendizaje están inextricablemente conectados. Sabemos que “si sentimos, aprendemos”[1].

El aprendizaje está determinado por nuestras experiencias. Las experiencias son causadas por estímulos externos que son percibidos por nuestros sentidos y comunicados a nuestro cerebro para su procesamiento. Sin embargo, el recorrido de nuestra experiencia no es tan sencillo como podría parecer.

Supongamos que nos exponemos a un nuevo sonido. El sonido (estímulo) entra en nuestros sentidos a través de los oídos, y la información sobre el sonido se envía a nuestro cerebro para su procesamiento. Una vez que la información sensorial sobre el nuevo sonido llega a nuestro cerebro, pasa por diferentes áreas y estructuras. Una de las primeras paradas que hace la información en nuestro cerebro es la amígdala, una estructura utilizada para el procesamiento de la memoria emocional. La amígdala interpreta la información para determinar la emoción que debe vincularse a ella (por ejemplo, “¿debo tener miedo de este sonido?”). A continuación, la información se transmite al córtex frontal, la zona más externa y frontal del cerebro. La corteza frontal procesa la información y ayuda al cerebro a determinar si ya sabe algo sobre el estímulo que está percibiendo. El cerebro hace esto para establecer si necesita gastar energía en aprender algo nuevo (un nuevo sonido), o no. A continuación, el cerebro envía la información a una zona esencial para la memoria, el hipocampo. Dependiendo de una serie de factores como la novedad (lo nuevo que es un estímulo) o la saliencia (lo relevante que es para el individuo), la información que llega al hipocampo se almacena para su uso posterior o se olvida.

¿qué parte del cerebro controla las emociones y los sentimientos?

¿Cómo funcionan las emociones? Puede parecer una pregunta extraña, ya que todos experimentamos emociones todos los días: felicidad al ver a un viejo amigo, tristeza al ver una película trágica, miedo a perder a los que queremos.

Las emociones parecen automáticas. El corazón se acelera, los nervios bailan, la cara se mueve de forma familiar y uno se deja llevar por la experiencia. Sin embargo, desde un punto de vista científico, ¿qué son realmente las emociones?

Durante siglos, pensadores famosos como Platón, Aristóteles, Darwin y Freud, así como otros innumerables científicos, han tratado de explicar la emoción utilizando el sentido común. El razonamiento era que las emociones son naturales e incontrolables, por lo que seguramente deben estar incorporadas en nosotros desde el nacimiento.

Sin embargo, en los últimos años ha surgido el campo de la neurociencia, el estudio de cómo el cerebro humano crea la mente humana. Con este interés ha surgido una intensa investigación y un renovado debate sobre la naturaleza de las emociones.

Hace unas décadas, los científicos sólo podían adivinar cómo el cerebro crea nuestras experiencias emocionales. Ahora, sin embargo, podemos utilizar las imágenes cerebrales para mirar inofensivamente dentro de una cabeza. Esto nos permite observar la actividad neuronal, momento a momento, dentro de personas vivas.

las emociones y la psicología del cerebro

¿Le gusta la ciencia ficción? ¿Has oído hablar, o incluso eres fan, de la famosa serie “La guerra de las galaxias”? En resumen, hay rebeldes, emperadores, princesas, robots y muchas más criaturas fabulosas. También hay una fuente de poder llamada “La Fuerza”. La utilizan los Jedi (los buenos) pero también el lado oscuro (los malos). Sólo el lado oscuro utiliza el poder destructivo de “La Fuerza”, que se basa en emociones negativas como el miedo, la ira, los celos o el odio. Un Jedi domina “La Fuerza” y la utiliza para el conocimiento y la defensa aprendiendo a controlar sus emociones. Nuestra investigación también se centra en las emociones y en cómo controlarlas. Sabemos que también en nuestra galaxia tenemos más éxito cuando podemos controlar nuestros sentimientos. Por lo tanto, queremos encontrar las regiones cerebrales responsables de permitirnos lidiar con nuestras emociones y ayudar a aquellos niños que luchan por controlar las emociones negativas.

En la primera sección, aprendiste sobre los sentimientos, que los científicos llaman emociones. Has oído que las emociones pueden provocar una reacción en tu cuerpo. También sabes que a veces experimentamos varias emociones a la vez y que a veces es necesario controlar un sentimiento y no actuar sobre él. Este proceso se llama regulación de las emociones. En la segunda sección, aprendiste cómo funciona una cámara de resonancia magnética y cómo puede utilizarse para tomar imágenes de la estructura y la función del cerebro. En la siguiente sección, queremos combinar estas dos cosas y hablar de las partes del cerebro que son responsables de procesar y regular las emociones.