El bien y el mal filosofia

Sobre la genealogía de la moral

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Según Walter Kaufman la intención del título no es ir más allá del bien y del mal en el sentido más obvio, sino que no se deben hacer afirmaciones como “X es bueno” o “X es malo” o cualquier tipo de moralización simplista en blanco y negro[1] Al principio del libro, Nietzsche (en la sección 2) ataca la idea misma de utilizar términos estrictamente opuestos como “El bien contra el mal”[1].

En Más allá del bien y del mal, Nietzsche acusa a los filósofos del pasado de carecer de sentido crítico y de aceptar ciegamente premisas dogmáticas en su consideración de la moral. En concreto, les acusa de fundar grandes sistemas metafísicos sobre la fe de que el hombre bueno es lo contrario del hombre malo, en lugar de ser sólo una expresión diferente de los mismos impulsos básicos que encuentran una expresión más directa en el hombre malo. La obra se adentra en el ámbito de “más allá del bien y del mal” en el sentido de dejar atrás la moral tradicional, que Nietzsche somete a una crítica destructiva, en favor de lo que considera un enfoque afirmativo que se enfrenta sin miedo a la naturaleza perspectivista del conocimiento y a la peligrosa condición del individuo moderno.

El problema del mal: la

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El mal se utiliza a menudo para denotar una profunda inmoralidad[2]. En ciertos contextos religiosos, el mal se ha descrito como una fuerza sobrenatural[2]. Las definiciones del mal varían, al igual que el análisis de sus motivos[3]. Sin embargo, los elementos que se asocian comúnmente con el mal implican un comportamiento desequilibrado que implica la conveniencia, el egoísmo, la ignorancia o la negligencia[4].

Las cuestiones filosóficas modernas relacionadas con el bien y el mal se engloban en tres grandes áreas de estudio: la meta-ética, relativa a la naturaleza del bien y del mal, la ética normativa, relativa a cómo debemos comportarnos, y la ética aplicada, relativa a cuestiones morales concretas[5].

Cada idioma tiene una palabra que expresa lo bueno en el sentido de “tener la cualidad correcta o deseable” (ἀρετή) y lo malo en el sentido de “indeseable”. El sentido del juicio moral y la distinción “correcto e incorrecto, bueno y malo” son universales culturales[6].

Pensamientos fuera de temporada

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Según Walter Kaufman la intención del título no es ir más allá del bien y del mal en el sentido más obvio, sino que no se deben hacer afirmaciones como “X es bueno” o “X es malo” o cualquier tipo de moralización simplista en blanco y negro[1] Al principio del libro, Nietzsche (en la sección 2) ataca la idea misma de utilizar términos estrictamente opuestos como “El bien contra el mal”[1].

En Más allá del bien y del mal, Nietzsche acusa a los filósofos del pasado de carecer de sentido crítico y de aceptar ciegamente premisas dogmáticas en su consideración de la moral. En concreto, les acusa de fundar grandes sistemas metafísicos sobre la fe de que el hombre bueno es lo contrario del hombre malo, en lugar de ser sólo una expresión diferente de los mismos impulsos básicos que encuentran una expresión más directa en el hombre malo. La obra se adentra en el ámbito de “más allá del bien y del mal” en el sentido de dejar atrás la moral tradicional, que Nietzsche somete a una crítica destructiva, en favor de lo que considera un enfoque afirmativo que se enfrenta sin miedo a la naturaleza perspectivista del conocimiento y a la peligrosa condición del individuo moderno.

La providencia y el problema del mal

Los filósofos llevan siglos debatiendo si los seres humanos nacen buenos o malos. Aristóteles sostenía que la moral se aprende y que nacemos como “criaturas amorales”, mientras que Sigmund Freud consideraba que los recién nacidos eran una pizarra moral en blanco. Cualquiera que haya leído “El señor de las moscas” esperará que los niños sean sociópatas de pleno derecho que esperan ser liberados de sus grilletes impuestos por los adultos para (alerta de spoiler) iniciar una secta e intentar matarse brutalmente entre ellos.

Quizá las dos opiniones opuestas más famosas sobre este debate sean las de Thomas Hobbes y Jean-Jacques Rousseau. Hobbes describe a los seres humanos como “desagradables” y “brutos”, que necesitan la sociedad y las reglas para refrenar sus instintos para prosperar; más tarde, Rousseau lo criticó abiertamente, argumentando en cambio que el hombre sería gentil y puro sin la corrupción de la codicia y la desigualdad causadas por el sistema de clases impuesto por nuestra sociedad.

Sin embargo, los estudios de psicología del desarrollo demuestran que puede haber cierto “bien” natural en la humanidad (o, para ser más técnicos, que al menos los niños son capaces de emitir juicios morales a una edad más temprana de lo que se pensaba).