Marruecos esta en europa

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Marruecos es un país vecino y asociado de la Unión Europea. Las relaciones entre ambos se enmarcan en la Política Europea de Vecindad (PEV) y la Unión por el Mediterráneo. Entre los países de la PEV, a Marruecos se le ha reconocido un estatus avanzado, abriéndose a altos niveles de cooperación política.

En la conferencia de Barcelona de 1995 se inauguró la Asociación Euromediterránea, estableciendo una política con objetivos ambiciosos y a largo plazo en los ámbitos de la asociación política y de seguridad, la asociación económica y financiera y la cooperación en asuntos sociales, culturales y humanos.

Con la inauguración de la Política Europea de Vecindad y de la Unión por el Mediterráneo, Marruecos y la UE elaboraron y adoptaron en julio de 2005 un Plan de Acción de la PEV, en el que se definen las próximas etapas de la cooperación. En el marco del Plan de Acción de Vecindad, Marruecos ha emprendido un importante esfuerzo para alinearse

Con el estatuto avanzado concedido a Marruecos el 13 de octubre de 2008, la asociación adquirió un nivel de cooperación política de alto nivel[1] La primera cumbre UE-Marruecos tuvo lugar el 7 de marzo de 2010[2][3][4].

comercio ue-marruecos

LegislaturaParlamento – Cámara Alta – Cámara Baja – Cámara de RepresentantesEstado – Dinastía Idrisí 788 – Dinastía Alauí (dinastía actual) 1631 – Creación del Protectorado 30 de marzo de 1912 – Independencia 7 de abril de 1956

Habitado desde el Paleolítico hace más de 90.000 años, el primer Estado marroquí fue establecido por Idris I en el año 788. Posteriormente fue gobernado por una serie de dinastías independientes, alcanzando su apogeo como potencia regional en los siglos XI y XII, bajo las dinastías almorávide y almohade, cuando controlaba la mayor parte de la Península Ibérica y el Magreb[15] En los siglos XV y XVI, Marruecos se enfrentó a amenazas externas a su soberanía, con Portugal apoderándose de algunos territorios y el Imperio Otomano invadiendo desde el este. Por otra parte, las dinastías meriní y saadí se resistieron a la dominación extranjera, y Marruecos fue la única nación norteafricana que escapó al dominio otomano. La dinastía alauí, que gobierna el país hasta hoy, tomó el poder en 1631, y durante los dos siglos siguientes amplió las relaciones diplomáticas y comerciales con el mundo occidental. La situación estratégica de Marruecos, cerca de la desembocadura del Mediterráneo, atrajo un renovado interés europeo; en 1912, Francia y España dividieron el país en sus respectivos protectorados, reservando una zona internacional en Tánger. Tras disturbios y revueltas intermitentes contra el dominio colonial, en 1956 Marruecos recuperó su independencia y se reunificó.

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La escena era familiar, aunque la escala no lo fuera. Los días 17 y 18 de mayo, miles de migrantes entraron en Ceuta, uno de los dos enclaves españoles del norte de África que limitan con Marruecos. El flujo récord de inmigrantes irregulares superó las 12.000 personas -incluyendo familias enteras y cientos de niños- en el transcurso de dos días. Las autoridades españolas comprendieron rápidamente que este aumento de la migración era algo más que la habitual desesperación humana que ha llevado a un gran número de personas a saltar las vallas y cruzar el agua en un intento de entrar en Europa en los últimos años. Marruecos, preocupado por la postura de Madrid sobre sus reclamaciones territoriales sobre el Sáhara Occidental, decidió tomar represalias.

Y así, las dramáticas escenas que se desarrollaron en esta ciudad costera del Mediterráneo estuvieron relacionadas con un movimiento de personas aún mayor que tuvo lugar hace décadas, muy al sur. En 1975, mientras España, la potencia colonial, abandonaba el Sáhara Occidental, Rabat envió a 350.000 civiles marroquíes a ocupar la región. Esta manifestación masiva organizada, conocida como la Marcha Verde, fue la forma en que Marruecos aseguró su soberanía sobre el territorio.

mapa de marruecos

Ceuta, una pequeña ciudad española en la costa norteafricana, fue el escenario del último episodio de la deriva bilateral entre Madrid y Rabat. Bruselas, a casi 2.000 kilómetros al norte, es un escenario menos visible, pero igualmente importante, en el que los dos países mantienen la lucha.

Poner las relaciones bilaterales con Marruecos bajo el paraguas europeo debería infundir algo de energía positiva a esta delicada relación, al tiempo que reduciría el apetito de Rabat por la confrontación con España, ya que significaría enfrentarse a la UE en su conjunto.

El objetivo final es crear un “colchón” de intereses, como suele llamarse en España, que eleve el coste del conflicto y amortigüe las tensiones que inevitablemente resurgen de vez en cuando. La evolución de la crisis actual determinará si esta doble estrategia da sus frutos.

Mientras tanto, Rabat busca la comprensión de Bruselas. Los responsables marroquíes insisten en que no tienen problemas con la UE, sino simplemente con un Estado miembro, y afirman que se trata de una crisis puramente política, restando importancia a su componente migratorio. ¿Por qué? Marruecos subestimó los costes de reputación de los incidentes en Ceuta.