Como cayo pablo escobar

sebastián marroquín

No nos equivoquemos, es el mismo hombre que mató a más de cientos de personas. Sin embargo, hay otra cara de él que el pueblo colombiano conoció más íntimamente. Tanto es así que los colombianos lloraron su muerte durante toda la noche. Como describe el New York Daily News, tras la muerte de Pablo Escobar, los “lugareños se lamentaron y gimieron, aclamando al narcotraficante muerto como un salvador de los pobres”.

Sus humildes comienzos dan cuenta del hombre en el que se convirtió con el tiempo. Pablo Escobar quería un futuro diferente para sus hijos, en el que el dinero no fuera un problema. Sin embargo, cuando llegó a su alta posición como líder del cártel de Medellín, nunca se olvidó de la gente pequeña.

En su último libro, “La historia del contable: Inside the Violent World of the Medellín Cartel”, de Roberto Escobar, el hermano de Pablo Escobar explica cómo la generosidad de Pablo se extendía siempre a la gente. Construyó ciudades enteras. El capo regaló miles de casas para los menos afortunados. También financió los gastos médicos de la gente, construyó escuelas para que más niños colombianos pudieran disfrutar de una educación y construyó más hospitales.

manuela escobar

Nació Pablo Emilio Escobar Gaviria en Medellín, Colombia, de padres de clase media. Su hermano mayor, Roberto, lo describía como un buen hermano, amable, simpático e inteligente y alguien que alcanzaría la grandeza. El joven Escobar era impulsivo y soñaba con ser presidente de Colombia. Desgraciadamente, su empuje empezó a encontrar salidas equivocadas y pronto se dedicó al trapicheo de poca monta con su banda en las calles de Medellín.

Existen rumores infundados de que, cuando aún estaba en la escuela, Escobar robaba lápidas de los cementerios locales, borraba los nombres con chorro de arena y las vendía a los contrabandistas panameños. No bebía mucho más que cerveza y no fumaba cigarrillos, aunque desarrolló una afición por el fuerte cannabis colombiano, hábito que mantuvo hasta su muerte. Haciendo todo lo que podía para ganar dinero, a los 20 años Escobar ya traficaba con cannabis, era experto en robar coches y empezaba a hacerse un nombre en el submundo criminal colombiano.

A principios de la década de 1970 entró en el negocio de la cocaína y empezó a comprar pasta de coca de alta calidad en Bolivia y Perú. La transformaba en cocaína, que transportaba a Estados Unidos para su distribución. El negocio de la droga de Escobar empezó a crecer y, al necesitar más mano de obra, decidió colaborar con otros grupos criminales de la zona y juntos formaron el Cartel de Medellín. Cuando el conocido narcotraficante de Medellín, Fabio Restrepo, fue asesinado en 1975, Escobar se convirtió en el jefe del Cártel de Medellín y su hermano, Roberto, se encargó de las cuentas. Se cree que Escobar había organizado el asesinato de Restrepo con este mismo fin.

mi padre pablo escobar

Pablo Emilio Escobar Gaviria fue el pionero del tráfico de cocaína a escala industrial. Conocido como “El Patrón”, Escobar dirigió el Cártel de Medellín desde la década de 1970 hasta principios de la de 1990. Supervisó cada paso de la producción de cocaína, desde la obtención de la pasta base de coca en los países andinos hasta la alimentación del floreciente mercado estadounidense de la droga. También desafió con éxito al Estado en materia de extradición, demostrando que la violencia extrema puede obligar a los gobiernos a negociar.

Como la mayoría de sus socios del Cártel de Medellín, Escobar procedía de un entorno social humilde. Abandonó la escuela porque su familia no podía pagar su educación y pronto se involucró en la pequeña delincuencia. Sus primeras actividades delictivas incluían el contrabando de equipos de música y el robo de lápidas para revenderlas.

A continuación, Escobar se introdujo en el negocio de la cocaína, fundando el Cártel de Medellín en la década de 1970 y los hermanos Ochoa Vásquez (Jorge Luis, Juan David y Fabio). Los hermanos Ochoa fueron inicialmente los cerebros del negocio. Mientras tanto, Escobar supervisó primero la “protección” del grupo antes de convertirse en su líder indiscutible.

george jung

El 2 de diciembre de 1993, Pablo Escobar, el capo del narcotráfico más rico que ha visto el mundo, intentó huir de un escondite en su base de Medellín, Colombia, trepando por un tejado vecino, pero fue abatido a tiros, y la imagen resultante ha quedado grabada en la memoria pública: el cadáver ensangrentado del capo más poderoso del mundo extendido por un tejado en la ciudad que una vez fue su reducto más seguro.

Los otros hombres de esa imagen, un grupo de tropas colombianas, han sido considerados durante mucho tiempo como los responsables de impartir a Escobar la justicia que tanto había evitado, pero los relatos de traficantes y miembros de bandas rivales, los documentos de inteligencia y la propia familia de Escobar indican que esas tropas, soldados respaldados por la legitimidad del Estado, podrían no haber sido responsables de la muerte de El Patrón.

El 2 de diciembre de 1993, un día después del cumpleaños de Escobar -según el libro de Mark Bowden “Killing Pablo”, lo celebró con marihuana, una tarta de cumpleaños y vino-, el Bloque de Búsqueda siguió la pista del barón de la droga hasta el barrio de Los Olivos, en Medellín. El Bloque de Búsqueda pudo converger en la casa donde Escobar estaba hablando por teléfono con su hijo.Según el relato de Bowden, a pesar de todos los artilugios del grupo, sólo se logró una identificación positiva cuando un miembro vio a Escobar a través de una ventana del segundo piso.Los miembros del Bloque de Búsqueda rodearon la casa mientras otros irrumpían en la puerta. Alertados, Escobar y un guardaespaldas salieron a trompicones por una ventana trasera hacia un tejado de tejas naranjas. Fueron recibidos con una lluvia de disparos, y ambos cayeron por disparos en la cabeza; Escobar con uno que le entró por la oreja derecha y lo mató al instante.