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En este volumen he intentado, en primer lugar, presentar los hechos reales relativos a la vida del poeta. Sin tener en cuenta las numerosas actas que no tienen una base sólida de información, me he esforzado por reconstruir la historia del hombre tal y como aparece en los documentos originales. Pero no me he contentado con registrar referencias concretas a él. Sólo podemos formarnos una imagen escasa a partir de los comentarios dispersos de sus contertulios o de las secas fórmulas de los documentos notariales. Afortunadamente, sin embargo, sabemos algo de su paradero durante la mayor parte de su vida y mi objetivo ha sido rastrear su carrera mediante el estudio de otros documentos de la época y de los poemas que arrojan luz sobre los acontecimientos de su vida, para visualizarlo como persona.

En el estudio de sus obras, he tratado de registrar los resultados de mis propias investigaciones y mis propias impresiones, sin descuidar el vasto cuerpo de crítica que ya existe. Es cierto que no he incluido todas las miles de menciones a Garcilaso que he anotado; habrían aumentado el volumen de la obra más que su interés, pues la mayor parte de los elogios a sus versos son convencionales. Mi deseo ha sido no sólo resumir el conocimiento actual de su obra, sino también dar una estimación honesta y comprensiva de su valor.

Las obras de garcilasso

Nació en Toledo, hacia 1494. En 1510 entró en la corte del emperador Carlos I. Luchó en muchas batallas militares y políticas. Participó en la expedición a Rodas (1522) con el poeta Juan Boscán. Fue nombrado caballero de la Orden de Santiago (1523). En 1530 fue a Bolonia con Carlos I. Se exilió a la isla de Schut (1532) en el Danubio, y más tarde se estableció en Nápoles. Fue herido mortalmente en combate durante el asalto a la fortaleza de Muy, en Provenza. Las pocas obras que se conservan, escritas entre 1526 y 1535, se publicaron póstumamente en Barcelona, junto con las de Boscán, con el título “Las obras de Boscán y algunas de Garcilaso de la Vega” (1543), libro que inauguró el Renacimiento. Murió en Niza en 1536.

Soneto 28

Garcilaso de la Vega nació en la ciudad de Toledo en el seno de una familia aristocrática. Su larga e ilustre estirpe incluye al poeta-soldado del siglo XV, el Marqués de Santillana, y al poeta-historiador Fernán Pérez de Guzmán. Desde muy joven, Garcilaso recibió una educación humanística en los círculos de la corte, aprendiendo latín, griego, francés e italiano, y dominando varios instrumentos musicales.

Como segundo hijo, Garcilaso no pudo heredar los bienes de su padre, por lo que tomó el rumbo esperado para los jóvenes en su situación: la carrera militar. En 1520 fue nombrado Contino (“Guardia Imperial”). Al año siguiente luchó para el rey Carlos I (Carlos I, más tarde V del Sacro Imperio Romano Germánico) contra los comuneros rebeldes de Toledo. En 1523 fue nombrado caballero de la prestigiosa Orden de Santiago.

Como soldado, Garcilaso viajó mucho luchando al servicio del rey en Alemania, Italia, el norte de África y Francia. También sufrió el disgusto del rey en 1531 cuando fue testigo de los esponsales clandestinos de su sobrino con la rica heredera de la poderosa familia Alburquerque. Fue castigado con el exilio, primero a una isla del río Danubio y después a Nápoles. Sirvió durante un tiempo al virrey español en Nápoles, don Pedro de Toledo, antes de volver a ser del agrado del rey.

Garcilaso de la vega poemas

Dentro de la literatura en español destaca aún en nuestros tiempos como uno de los más grandes escritores españoles Garcilaso de la Vega, de quien no hubo una obra marcada a lo largo de sus años de vida (1498-1536), habiendo sido sus poemas recogidos y publicados tiempo después en el mismo siglo XVI, lo que nos facilita conocer toda la grandeza de su talento.

Históricamente le tocó vivir en una época en la que el humanismo se imponía como la corriente que regiría el arte, por lo que su presencia en el ámbito literario de habla hispana es fundamental para representar la época.

Dentro de su obra, uno de los puntos más importantes o al menos más recordados es su Cántico de Salicio y Nemoroso, una égloga que en parte sirvió para referirse a su amor prohibido por Isabel Freire, que al final acabó casándose con otra persona, siendo un duro golpe para Garcilaso. Además de sus églogas pastorales encontramos ensayos epistolares y un cancionero petrarquista de 40 sonetos y 5 canciones.

También debemos mencionar que en 1605 publicó en Lisboa una La Florida del Inca. Se trata de una crónica de la expedición de ese conquistador. Este escrito defiende la legitimidad de imponer la soberanía española en esos territorios para someterlos a la jurisdicción cristiana.