2 de mayo goya comentario

dos de mayo

El romántico español Francisco Goya fue el artista de la corte de la corona española en sus altas y bajas. Sin embargo, no es por los retratos de la realeza por lo que es más recordado, sino por su brutal y conmovedora obra maestra El tres de mayo de 1808.

En 1807, las fuerzas de Napoleón Bonaparte cruzaron los Pirineos hacia la España aliada con el pretexto de invadir Portugal.  Una vez en el lugar, el infame emperador francés comenzó a tomar el control de regiones de España. Cuando se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo, el rey Carlos IV intentó huir a Sudamérica. Pero antes de que pudiera hacerlo, fue obligado por los enfurecidos ciudadanos a abdicar en favor de su hijo, Fernando VII. Sintiendo una oportunidad, Napoleón invitó a Carlos y a Fernando a Francia. Temiendo que sus líderes fueran ejecutados, el pueblo español se levantó contra el ejército y fue brutalmente reprimido. Esta represión es la que se detalla en El 3 de mayo de 1808.

Dos días más tarde, Napoleón obligó a ambos reyes a abdicar en su favor, y finalmente instaló a su hermano José como nuevo monarca de España. En lugar de ser ejecutado, Fernando VII fue encarcelado durante 6 años antes de que se le permitiera reclamar el trono de España.

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El contenido, la presentación y la fuerza emocional del cuadro lo convierten en una imagen innovadora y arquetípica de los horrores de la guerra. Aunque se inspira en muchas fuentes del arte elevado y popular, El 3 de mayo de 1808 marca una clara ruptura con las convenciones. Apartándose de las tradiciones del arte cristiano y de las representaciones tradicionales de la guerra, no tiene ningún precedente claro, y se reconoce como uno de los primeros cuadros de la era moderna[4]. Según el historiador del arte Kenneth Clark, El tres de mayo de 1808 es “el primer gran cuadro que puede calificarse de revolucionario en todos los sentidos de la palabra, en estilo, en tema y en intención”[5].

Con el pretexto de reforzar los ejércitos españoles, 23.000 soldados franceses entraron en España sin oposición en noviembre de 1807[8]. Incluso cuando las intenciones de Napoleón quedaron claras en febrero siguiente, las fuerzas de ocupación encontraron poca resistencia, aparte de acciones aisladas en zonas desconectadas, incluida Zaragoza[9]. [El principal comandante de Napoleón, el mariscal Joaquín Murat, creía que España se beneficiaría de unos gobernantes más progresistas y competentes que los Borbones, y el hermano de Napoleón, José Bonaparte, iba a ser nombrado rey[10] Después de que Napoleón convenciera a Fernando de devolver el gobierno español a Carlos IV, a éste no le quedó más remedio que abdicar, el 19 de marzo de 1808, en favor de José Bonaparte.

levantamiento del dos de mayo

En 1814, el Consejo de Regencia de España concedió a Goya una suma de dinero para que “pintara los momentos más notables y heroicos del glorioso levantamiento contra el tirano de Europa”. Goya eligió evocar dos momentos clave de la revuelta popular: el pueblo de Madrid atacando a los mamelucos en la plaza de la Puerta del Sol el 2 de mayo de 1808, (mostrado aquí) y la ejecución de los rebeldes al día siguiente en la colina del Príncipe Pío, a las afueras de la ciudad. Las dos pinturas formaron parte de la decoración de un Arco de Triunfo temporal erigido para el regreso del rey Fernando VII a Madrid en 1814. Aunque resultaron dañados durante la Guerra Civil española, han vuelto a su estado prístino tras un minucioso trabajo de restauración (mayo de 2008).    Exposición Goya en tiempos de guerra, Museo del Prado, Madrid, España, clausurada el 13 de julio de 2008.

levantamiento del dos de mayo

Aunque tradicionalmente se vincula el encargo de esta obra y de su compañera El Dos de Mayo de 1808 con los fastos y celebraciones celebradas con motivo del regreso de Fernando VII a Madrid el 13 de mayo de 1814 tras el fin de la Guerra de la Independencia, documentos recientes han confirmado que se realizaron en circunstancias diferentes. De hecho, meses antes, en una carta fechada el 24 de febrero de 1814, escrita por Goya al Consejo de Regencia presidido por el Cardenal-Infante Luis de Borbón, cuyo retrato había pintado el artista cuando Luis era un niño, Goya expresaba “su ardiente deseo de inmortalizar por medio de mi pincel los hechos o escenas más notables y heroicas de nuestra gloriosa insurrección contra el tirano de Europa”. La propuesta fue bien recibida, y se acordó que la Hacienda Central se haría cargo de los gastos de material, así como conceder a Goya unos honorarios de 1.500 reales mensuales durante el tiempo que durase el encargo, “para que tan ilustre y digno profesor no carezca, a su avanzada edad, de medios de subsistencia”.